Desde que era estudiante en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Valeria Prieto se interesó por la arquitectura vernácula. En su trabajo de tesis y en experiencias posteriores descubrió que en los procesos de construcción tradicionales está siempre implícita la participación. Los autores de un edificio vernáculo forman parte de comunidades de las que adquieren conocimientos y con las que colaboran en su producción.
Estas reflexiones han guiado su trabajo a lo largo de medio siglo, y hoy forman parte del Pabellón de México en la Bienal de Venecia 2016.
Manual de vivienda vernácula
En los años cincuenta, el Colegio de Arquitectos y la Sociedad de Arquitectos de México publicaron La Cartilla de la Vivienda, una estrategia para compartir conocimientos de construcción con familias, muchas de ellas recién llegadas a centros urbanos, que buscaban tener vivienda propia. Valeria Prieto reconoce el valor de este y documentos similares. Sin embargo, los considera incompletos, ya que no ofrecen mucha información sobre las variaciones regionales de tipologías y procesos constructivos en el país.
Como respuesta a la uniformización que promovía el movimiento moderno, la arquitecta Prieto coordinó un catálogo de la arquitectura vernácula en México, publicado por la Secretaría de Obras Públicas, y más tarde preparó el Manual de vivienda vernácula (1981) en el que detalla procesos constructivos de distintas regiones. Se trata de documentos pioneros en la historia de la arquitectura mexicana.
Aprendizajes de y para la arquitectura vernácula
En el pabellón de México en Venecia, junto a dos pliegos del Manual de vivienda vernácula que detallan cómo se construye un techo de una casa Purépecha, se presenta un video, ilustrado con sus propias fotos, en el que la arquitecta Prieto narra el proceso de intervención del pueblo San Antonio Tierras Blancas, en Michoacán, México.
Este proceso inició en 2004; junto con arquitectos de la Universidad de Michoacán y los habitantes del pueblo, la arquitecta Valeria Prieto restauró decenas de casas vernáculas. Como parte de la intervención, su equipo introdujo también innovaciones a la comunidad; entre ellas un sistema de captación y distribución de agua de lluvia, estufas ahorradoras de leña, y pisos de cal y tierra apisonada al interior de las casas.
La experiencia de San Antonio Tierras Blancas muestra que el trabajo en torno a la arquitectura vernácula no implica simplemente documentar o preservar construcciones tradicionales. Se trata más bien de establecer diálogos a partir de los cuales puedan desarrollarse esquemas de participación y establecerse, con base en procesos de deliberación colaborativos, un balance entre saberes profesionales y tradicionales.
Campo laboral
En el video, la arquitecta Prieto comenta que la arquitectura vernácula guarda enormes aprendizajes para la arquitectura contemporánea. Las viviendas de las distintas regiones del país están adaptadas a las circunstancias geográficas locales, y son muy superiores a las casas de block de cemento que dominan las periferias urbanas de México.
Es muy importante, insiste la arquitecta, que los estudiantes conozcan las características de las muchas arquitecturas del país. En el video observa que, a la par de sus profesores universitarios, las comunidades que construyen a partir de procesos tradicionales pueden ser también sus maestros.
El trabajo en la arquitectura vernácula es un campo poco explorado en las universidades. Sin embargo, comenta Prieto, el campo laboral en la arquitectura vernácula es muy amplio; los jóvenes arquitectos tienen aún mucho trabajo por hacer en comunidades rurales del país.
Despliegues y Ensambles / Pabellón de México en la XV Bienal de Arquitectura de Venecia